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LUZEROS

“La medusa no oculta nada,
más bien despliega
su dicha de estar viva por un instante.”

 

J. E. Pacheco

Ángel desalado

 

Como agua que se evapora en la laguna

soy ángel desalado.

 

Conservo las plumas largas en la cabeza,

a veces penacho,

a veces laureles,

a veces plomos que me doblan

circulando tu cintura como alambre retorcido.

 

 

Boceto

 

Los pliegues debajo de tus nalgas

son líneas de espuma arenosa.

 

Es el bivalvo de tu entrepierna,

con cientos de miradas pequeñísimas.

Bivalvo pretensioso, bivulva pretendida.

 

Es el espacio entre tus palmas que llena mi sexo.

Es la cicatriz de tu vientre

un boceto con la mano izquierda

que sabe a tierra de monte.

 

 

Sextante

 

Golpes de sol que carcomen la mirada

en este paralelo en que libero el ancla.

Se convierte en remolino que asciende,

que me atrapa.

 

Coriolis pervertido,

crónico, reincidente.

Corola convertida que protege,

corales extrovertidos saliendo de sus cuerpos.

 

Es esta docena de rosas de los vientos

el archipiélago que me salva del naufragio.

 

 

Extravío

 

Las nubes que avisan tormenta

y suben por tus muslos

son presagios de buenas cosechas.

 

Es la fosa diminuta del centro de tu vientre

el molde fabricado con la coa,

es la corona del valle de tu pelvis

una almendra agridulce que provoca

ese espasmo involuntario de tu talle.

 

Detalle insignificante

que mis labios sean el molde de tus labios,

es la suerte del mentón

que se empate con tu sexo.

Es recuerdo de los lirios,

de los calambres tuertos,

de los vasos comunicantes rebasados.

 

Es el simple terremoto que provoco con mi lengua

la constante encarnación de tu extravío.

 © 2035 Creado por María Martínez con Wix.com

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