LUZEROS
“La medusa no oculta nada,
más bien despliega
su dicha de estar viva por un instante.”
J. E. Pacheco
Ángel desalado
Como agua que se evapora en la laguna
soy ángel desalado.
Conservo las plumas largas en la cabeza,
a veces penacho,
a veces laureles,
a veces plomos que me doblan
circulando tu cintura como alambre retorcido.
Boceto
Los pliegues debajo de tus nalgas
son líneas de espuma arenosa.
Es el bivalvo de tu entrepierna,
con cientos de miradas pequeñísimas.
Bivalvo pretensioso, bivulva pretendida.
Es el espacio entre tus palmas que llena mi sexo.
Es la cicatriz de tu vientre
un boceto con la mano izquierda
que sabe a tierra de monte.
Sextante
Golpes de sol que carcomen la mirada
en este paralelo en que libero el ancla.
Se convierte en remolino que asciende,
que me atrapa.
Coriolis pervertido,
crónico, reincidente.
Corola convertida que protege,
corales extrovertidos saliendo de sus cuerpos.
Es esta docena de rosas de los vientos
el archipiélago que me salva del naufragio.
Extravío
Las nubes que avisan tormenta
y suben por tus muslos
son presagios de buenas cosechas.
Es la fosa diminuta del centro de tu vientre
el molde fabricado con la coa,
es la corona del valle de tu pelvis
una almendra agridulce que provoca
ese espasmo involuntario de tu talle.
Detalle insignificante
que mis labios sean el molde de tus labios,
es la suerte del mentón
que se empate con tu sexo.
Es recuerdo de los lirios,
de los calambres tuertos,
de los vasos comunicantes rebasados.
Es el simple terremoto que provoco con mi lengua
la constante encarnación de tu extravío.